Técnicas FIV e ICSI. Definición y diferencias

La
fecundación in vitro tiene apenas cuatro décadas de historia pero es una
trayectoria plagada de éxitos. No es exagerado afirmar, que esta técnica ha
revolucionado la medicina reproductiva y cada día permite ser madres y padres a
mujeres y parejas que de otro modo no podrían.
Pero, ¿qué
es el FIV y el ICSI? ¿En qué se diferencian? Ambas técnicas son ampliamente
utilizadas  por los laboratorios de
reproducción asistida y, su principal diferencia radica en la manera de
fecundar los ovocitos. Las dos requieren la obtención de los ovocitos mediante
la punción folicular.
Durante la
punción folicular y bajo sedación se aspiran los folículos. Una vez en el
laboratorio los tubos obtenidos de la punción se analizan y se separan los
cúmulos del resto del fluido folicular y se incuban unas horas. Los COCs (complejo
cúmulo-ovocito) son el conjunto de células que rodean al ovocito y son las
responsables de su desarrollo adecuado  y
el propio ovocito.
Sea cual sea
la técnica utilizada, la muestra seminal se procesa, seleccionando los mejores
espermatozoides de la muestra.
En el caso
de la Fecundación in vitro clásica (FIV) 
una vez preparado el semen  se
incuban en el mismo medio una concentración determinada de espermatozoides con
los cúmulos completos, es decir, no retiramos las células que rodean al
ovocito. De esta manera favorecemos la fecundación natural por parte del mejor
espermatozoide a cada uno de los ovocitos.
En el caso
de la ICSI (microinyección intracitoplasmática de espermatozoides), una vez
incubados los COCs, se eliminan las células que rodean a los ovocitos.
Solamente los ovocitos maduros (MII) son lo que se introducirá un
espermatozoide seleccionado a cada uno de ellos.
En ambas
técnicas, los protocolos utilizados a partir de la fecundación son los mismos.
Los embriones se observan para valorar su calidad y son transferidos los
mejores, con un máximo de 3 embriones como indica la ley. El resto de embriones
de buena calidad se criopreservan para futuros usos.
El éxito de
ambas técnicas es bastante similar. La recomendación de una u otra técnica
corresponde a los profesionales que indicarán en cada caso concreto, la técnica
más adecuada para cada pareja y, de esta forma, aumentar al máximo las
probabilidades de embarazo en ese ciclo.


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