El mioma uterino y la fertilidad

La miomatosis uterina es una de
las patologías más frecuentes en la práctica clínica ginecológica.
Se estima que podría afectar a
una de cada cuatro mujeres en edad fértil aunque diferentes estudios
epidemiológicos apuntan hacia una incidencia mucho mayor y, concretamente,
estudios desarrollados en Estados Unidos comunican incidencias en mujeres de 50
años del 70-80% dependiendo de la raza (el mioma uterino es más frecuente en
mujeres de raza negra).
Sabemos que el mioma uterino es
un tumor benigno (entendiendo como tumor cualquier alteración de los tejidos
que produzca un aumento de volumen), que puede aparecer sólo cuando se inician
las menstruaciones y que, tras la menopausia, disminuye de tamaño. En cualquier
caso, son muchos los aspectos relacionados con esta patología que está aún por
descubrir: por qué unas mujeres, en la misma situación hormonal que otras,
desarrollan un mioma uterino; por qué nos encontramos con casos de miomas
únicos y casos de miomas múltiples o por qué unos miomas son extirpados y no
vuelve a detectarse ningún otro en los años siguientes y en algunas pacientes
se produce la recurrencia de esta patología necesitando sucesivas cirugías. 
Los
estudios que evalúan los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer un
mioma uterino son múltiples y, a día de hoy, no puede afirmarse con seguridad
que alguno de ellos pueda ser determinante en originar el mioma.
¿El mioma puede producir esterilidad?

Ésta ha sido siempre una pregunta
controvertida y, de hecho, en muy pocas ocasiones podría atribuirse a un mioma
uterino la relación con la incapacidad para gestar.
Según la Asociación Americana de
Medicina de la Reproducción, una vez descartadas todas las demás causas, la
presencia de un mioma uterino puede ser la responsable de la esterilidad en una
pareja en un 2-3% de los casos. Y destaquemos en este caso el “puede”.
Sí parece que la eliminación de
determinados miomas aumenta las tasas de gestación con diferentes técnicas de
reproducción asistida y mejora el pronóstico reproductivo de las pacientes que
los presentan.
Así, los miomas que más
claramente podrían estar incluidos en ese “puede” serían aquéllos ubicados en
la superficie externa del útero, llamados miomas subserosos,  que presenten un gran tamaño, los que se
sitúan comprimiendo y deformando la cavidad endometrial, llamados miomas
submucosos, o bien los intramurales con componente submucoso.
¿Cómo tratamos la miomatosis uterina?

El tratamiento quirúrgico
conservador del mioma uterino consiste en la extirpación del tumor y puede
realizarse por laparotomía (es lo que llamamos vía abierta y es la clásica incisión
abdominal infraumbilical o de Pfannenstield para acceder a la pelvis) o por
laparoscopia, que permite una recuperación más rápida  de la paciente. La elección de una u otra vía
depende, básicamente, del tamaño del mioma y de su número.

En pacientes que simplemente
presentan una clínica relacionada con la presencia de un mioma y, en cambio, no
desean quedar gestantes, puede optarse por un tratamiento puramente sintomático
de forma que se puede recomendar medicación para reducir la intensidad y duración
de la regla o mejorar la clínica de dolor asociada a menstruaciones abundantes.


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