«Querida Familia FIVIR,
Llegué a vuestras manos a través de un familiar. Después de 4 años de lucha por un sueño, me sentía defraudada, desilusionada y muy abatida. Recuerdo mis primeras palabras con Marita tras enseñarle mis informes – Por favor, necesito que me hablen claro. Quiero saber mis posibilidades y mis alternativas. – Dicho y hecho, jamás me han hablado tan claro. Mi problema era una endometriosis con el consecuente envejecimiento precoz y disfunción de los ovarios. Mi mejor baza, una ovodonación.
Mi ilusión de siempre había sido tener un hijo biológico y otro adoptado. Quería saber lo que era llevar una vida en mi vientre y darle una vida mejor a un corazoncito que ya latía. Si consideraba la ovodonación, tenía un dos en uno. Le estaba ofreciendo la vida a un ser que por sus condiciones quizás nunca hubiera nacido y yo podría alimentarlo y sentirlo en mi vientre. Y como ser padres, es cosa de dos, mi chico y yo decidimos que si queríamos tener familia, era nuestra mejor opción.
Los preparativos duraron unos 3 meses porque mi cuerpo no reaccionaba como se esperaba mientras tanto Marita nos animaba diciéndonos que hasta que no estuviera todo listo no quería arriesgar, que teníamos que ser pacientes, que de allí nos iríamos con nuestro bebé. Un día sin darnos cuenta ni tiempo a reaccionar nos dijo, – Chicos, estamos listos. A ti te quiero a ti el miércoles para espermiograma y a ti te espero el lunes para la transferencia.- Dios, que mezcla de sensaciones, nervios, ilusión, expectación… Durante los 5 días de espera, Silvia estuvo en todo momento pendiente de nosotros y nos informaba todos los días del estado de nuestros bebés. Y por fin, el 4 de agosto fue el gran día. Durante la transferencia hubo alguna complicación. No sabíamos el por qué no querían o podían entrar los bebés. Aun así Marita puso todo su empeño y consiguió abrirles paso.
La semana transcurrió con normalidad, no sentía nada en especial, quizás algunos olores más acentuados, pero poca cosa. La semana siguiente transcurrió francamente mal entre náuseas y diarreas. Pasaron los días y cuando llegue a la clínica para las analíticas y vi a Vicente, rompí a llorar desconsolada, presentía que algo iba mal. Confirmado, resultado de la analítica: negativo. De nuevo otro bofetón. No conforme con el resultado, en septiembre Marita nos propuso una prueba para averiguar el porqué de esas complicaciones. Me hicieron la prueba, que no sé ni cómo se llama, y descubrimos que el cuello del útero estaba desviado y eso les impedía la entrada con pase VIP a los bebes. Llegó el 6 de octubre y con este as en la manga Marita trazó una autopista hasta el útero y transfirió 3 embriones con éxito. Bueno, hubo un remolón/a pero al final entró también jejeje. Y de nuevo, vuelta a esperar a la ansiada analítica.
El 15 de octubre a las 9:00 de la mañana me recibe Vicente como siempre con su sonrisa y sus palabras de ánimo. De nuevo llegué a la analítica alicaída, pues 3 días antes había tenido los mismos síntomas que la vez anterior. Me hacen la analítica y a las 10 de la mañana recibo su llamada.
- Soy Vicente de FIVIR, te paso con Silvia, nuestra bióloga.
- Muy bien, espero.
- Hola, soy Silvia. Ya tengo los resultados de tu analítica. Son Positivos. No puedo determinar cuántos son, pero estás embarazada.
Ya no pude escuchar nada más, no me pude contener y me eché a llorar. Estaba en la calle, la gente me miraba pero a mi me era indiferente, Silvia al otro lado del aparato diciéndome que me tranquilizara, que en mi estado no era bueno llorar pero que en esta ocasión me lo iba a permitir. Jolín, que subidón. Había estado deseando ese momento desde hacía 4 largos y duros años y por fin era positivo, por fin íbamos a ser padres. Simplemente, ¡era feliz! Bueno, lo que sucedió después os lo podéis imaginar. Llamé a mi chico para decirle que íbamos a ser papas, se puso tan contento que hasta se le cayó el móvil de las manos, jajajaja. Hablé con mi madre que estaba esperando mi llamada hecha un manojo de nervios. Estaba tomando café con mi padre y para celebrarlo se pidieron un bocadillo para almorzar jajajajaja. Y cuando se lo dije a mis suegros, fue un estallido de alegría, abrazos, lágrimas de ilusión….
En fin familia FIVIR, estos son mis dias entre vosotros. No sé cómo daros las gracias por hacer realidad mis sueños. Mi bebé de 9 semanas de gestación y yo estamos estupendos y el papá nos mima entre algodones.
A ti Vicente. Gracias por ser mi paño de lágrimas. Gracias por recibirme siempre con una sonrisa y hacerme sentir como en mi casa. Eres genial, no cambies.
A ti Silvia. Gracias por cuidar de mis bebés como si fueran tuyos y gracias por ese book maravilloso de mis embriones, salieron todos guapísimos.
A ti Rosa. No he tenido el placer de coincidir contigo, pero estoy segura que eres maravillosa.
Y a ti Marita. Cuando llegué a tus brazos no tenía esperanza y has conseguido devolverme mis sueños. Ha sido duro, pero ha valido la pena todos los esfuerzos. Gracias por darme consejos como si fueras una madre. Gracias por hacer realidad mis ilusiones. Gracias por dar vida a ese proyecto que se llama ser padres.» -Ángela